12 mayo 2010

La Opinión de Cúcuta Co: Siguen desapariciones en la frontera

Ernesto Duarte Ossa | 12 de mayo de 2010



A tal extremo llegó el sufrimiento de la familia Lázaro, por la extraña desaparición de dos hermanos cuando iban para Venezuela, que le alegraría recibirlos muertos para sepultarlos y hacerles el duelo.

En Cúcuta, el 30 noviembre del año pasado, a las 5:00 de la tarde, partieron Milciades y Benavides. Se fueron sin despedirse de la mamá, que al otro día cumplió años.

-Cuando mi hermano Benavides iba en el puente internacional Simón Bolívar, llamó a la esposa y le dijo: ‘mija, yo voy acá, cuando llegue a San Antonio la llamo. Allá me están esperando los señores que me van a llevar a trabajar’.

Así recordó Leticia el último contacto de sus familiares que decidieron cruzar la frontera para atender una oferta laboral. Cinco meses y medio después, el anhelado contacto telefónico no se ha producido.

Natalia Sanguino, madre de los desaparecidos,  hoy llora la desgracia desde un rancho del barrio Tucunaré. Como si fuera poco, tiene otros dos hijos que sufren de epilepsia.

-Esto ha sido duro para mí. Tengo un dolor muy grande. Si los mataron, hablando así, lo que quiero es que me digan dónde los tienen enterrados, clamó mientras le brotaban las lágrimas.

Las noches las pasa en vela. Permanece despierta hasta la madrugada. Su corazón le dice que están vivos, pero la incertidumbre la llena de nervios.

-Yo les pido a Dios y a la Virgen que me den una luz para yo soñar con mis hijos. Oigo cualquier teléfono que repica y vengo de una vez a preguntar si Milciades y Benavides están llamando, relató la humilde mujer.

En el corazón guarda el recuerdo de la fiesta de cumpleaños que le organizaron hace un año. En cambio, el primero de diciembre del año pasado, cuando apagó una velita más, ellos no la acompañaron.

-Yo pregunté por ellos, y la esposa de Benavides me dijo que viajaron a Venezuela, pero que volverían en estos días. A partir de ahí la vida mía es llorar,

El 7 de diciembre del 2009, Leticia Lázaro decidió salir tras la huella de sus hermanos. “Los busqué en cuanta alcabala había hasta La Pedrera. La Guardia Nacional me decía que no los tenía, luego de mostrarle las fotos”, declaró.

En febrero puso la denuncia en la Fiscalía. A raíz del temor que ella tiene “por tanta cosa que ocurre en Venezuela” se abstuvo de ir a San Antonio a entregar el documento ante las autoridades.

“Se perdieron mis hermanos, que tal que uno también se pierda. No sabemos quién se los llevó. Además, tampoco tenemos plata”, comentó.

Leticia habló del derecho al duelo para ponerle fin al drama que los golpea. “Si alguna persona sabe que Milciades y Benavides murieron, que de caridad nos diga donde están. Así nosotros descansaremos y los podremos llevar al cementerio donde tenemos a otros hermanos”, declaró compungida.

Al contrario de su mamá, ella sí los ha visto en sueños. “Sueño mucho con mi hermano Benavides. Lo veo en un pozo de agua y cuando le mando la mano, él se hunde. Yo salgo gritando para que me lo ayuden a sacar”, describió Leticia.

Ella maneja dos interpretaciones: “será que lo tienen en el agua o será que lo mataron y lo enterraron en el río”.

Otra noche, mientras dormía, le pareció ver la escena en que alguien recibía una llamada para decirle que los hermanos Lázaro estaban muertos en Venezuela.

Milciades Lázaro  Sanguino,  de 40 años, es padre de dos hijos y Benavides, de 29 años, tiene un hijo. Aparte de sostener sus hogares, ayudaban a la mamá con el arriendo, la comida y los medicamentos para los hermanos enfermos.

Viajan a Barinas



La alcaldesa María Eugenia Riascos Rodríguez gestionó los permisos y les ayudó económicamente a Digna Rosa Dávila y Sandra Patricia Jaimes para que viajaran a Barinas (Venezuela), donde fueron asesinados sus esposos. (Foto especial para La Opinión)

Digna Rosa Dávila y Sandra Patricia Jaimes son las esposas de los comerciantes José del Carmen Monteros e Israel Castrillón, quienes fueron asesinados el año pasado en Barinas (Venezuela).

Ellos formaban parte del grupo de seis colombianos que desapareció a finales de julio del 2009 en el trayecto Cúcuta-San Cristóbal. También iban Yhony Alberto Delgado, Jhon Geiner Palacios, Gerson Flórez y Edinxon Antonio Paez”.

“En los primeros 15 días de agosto del 2009 aparecieron los cadáveres en un río cercano a Barinas y se informó que murieron presuntamente por asfixia mecánica”, según el primer reporte que entregó el Defensor del Pueblo, Vólmar Pérez.

Ayer, por gestión de la Alcaldesa de Cúcuta, María Eugenia Riascos Rodríguez, viajaron Diana y Sandra, con permisos que expidió el Consulado de Venezuela.

El gobierno municipal les dio recursos para los pasajes, la estadía y las diligencias de las actas de defunción y los permisos sanitarios para la exhumación, con el fin de buscar la repatriación.

La agencia consular venezolana determinó extender de dos en dos los permisos para que las familiares de las víctimas puedan ir a Barinas.

Fuente original: http://laopinion.com.co

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Por el Macro Proyecto CUCUTA DIGITAL que lidera la Dra. María Eugenia Riascos Rodríguez Alcaldesa de San José de Cúcuta, capital del Departamento Norte de Santander, COLOMBIA

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