10 diciembre 2013

Venezuela, un país que desperdicia su riqueza a raudales

Editorial de La Opinión: Una vez más 

San José de Cúcuta, capital del Departamento Norte de Santander, Colombia, lunes 09 Dic 2013.

Cero y van catorce, trece, para ser precisos, y la revolución bolivariana de Venezuela le sigue ganando elecciones a una oposición con liderazgo desgastado, reiterativo en variaciones sobre el mismo tema, pero sin planteamientos de fondo que, de verdad, muevan al electorado de manera masiva en su favor.

El gobierno está en lo suyo, adelantar una revolución socialista, con tintes sudamericanos, si se quiere, en un país que desperdicia su riqueza a raudales en tanto soporta restricciones de todo tipo, mientras la oposición desaprovecha todas las ocasiones para revertir el proceso, en batallas que debieron tener otros objetivos.

El supuesto de que la votación registraría cifras sin antecedentes, porque el venezolano hizo conciencia de que hay una crisis que puede generar situaciones de tragedia, no dejó de ser un simple supuesto: la abstención fue la acostumbrada para este tipo de elecciones: un 40 por ciento que deslegitima muchas cosas, pero que contribuye para que las urnas le den al presidente Nicolás Maduro el espacio que necesita para mostrarse fuerte y seguir profundizando la revolución.

Venezuela está dividida, sin duda, pero no tanto en dos grandes segmentos populares, como lo quieren hacer ver desde la oposición, sino en dos formas claras de liderazgo: el gobierno, con gente relativamente nueva en la política, y la Mesa de Unidad Democrática (MUD), donde aún siguen medrando viejos dirigentes de las castas políticas de siempre de Acción Democrática y de Copei.

Y Capriles, el único nuevo, no solo ha caído en los viejos vicios de la política venezolana, sino que ya es un eterno derrotado, antes que un eterno candidato. Al respecto, cabe preguntarse si algún campesino de Guárico conoce al menos dos ideas de la plataforma política de Capriles y de la MUD. La respuesta sería no. Así, ¿cómo se pretende vencer a un gobierno que, bien o mal, invierte en programas para los campesinos y los pobres y maneja una chequera amplia a pesar de la situación? Porque esto no lo puede negar ni Capriles.

Ahora, superadas las ya tradicionales acusaciones de fraude, la oposición lanza la idea de un diálogo “entre iguales” con el gobierno de Maduro, como si a él le interesara quitarle tiempo a la revolución y a sus planes de afianzarla, para sentarse a hablar, no dicen sobre qué, con la oposición.

Mientras Capriles y sus capitanes celebran unos triunfos regionales que no dejan de ser de algún valor, el gobierno le abre al país el camino hacia una economía muy diferente de la que se ha conocido por estos lados. Por lo pronto, el estado se encargará del comercio exterior, mientras hace del sector del comercio una red de distribuidores dependiente para todo de las radicales políticas gubernamentales.

Mientras el liderazgo opositor hace alarde de su avance en las ciudades más importantes, donde está el electorado más volátil y veleidoso, la revolución afianza su raigambre en el resto del país, en la convicción de que la derrota urbana no fue obra de Capriles, la MUD y la oposición organizada, sino de cada candidato y de la afinidad del elector con el elegido.

El caso de Antonio Ledezma es el de un alcalde que se lanzó a la reelección y ganó, pero no porque representara a la oposición, sino porque desde la Alcaldía Metropolitana de Caracas, que desempeña desde 2008, ha logrado construir una ruta electoral exitosa. Igual hubiera ganado sin ser militante de la MUD.

Lo que queda claro, al final, es que Chávez hizo una buena tarea enseñando a la revolución cómo ganar elecciones, no tanto contra la oposición, sino contra Capriles.

Fuente: www.laopinion.com.co

Félix Helí Contreras Martínez, director de RFN♥Noticias! Correo: fundelsur@gmail.com
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